En todos los ámbitos existen historias que merecen ser contadas y que se conozcan. Sea por lo espectacular, por inspiración o simplemente por ser particular, esas vivencias trascienden a sus protagonistas e involucran a generaciones.
En el pádel amateur de Córdoba hay una historia de dos mujeres que cumplen con esa premisa. Albina Muzzachiodi y Dora del Pilar Bustamante son dos amigas que, con 71 y 69 años respectivamente, disfrutan de la pasión de jugar al pádel y, quizás sin buscarlo intencionalmente, sean ejemplo de lo que el deporte puede transmitir.
Ambas viven en Río Ceballos y, todas las semanas, juegan al menos 2 veces en turnos fijos en el Club Arena Pádel de esa ciudad junto a una veintena de otras mujeres de entre 20 y 40 años de edad.
Con pasado de haber jugado muchos años al tenis, Dora con más tiempo y Albina hace menos de un año, se volcaron a jugar al pádel. “Las leyendas” como las llaman sus compañeras de turno, se plantan de igual a igual ante las ocasionales rivales.
“Seguimos jugando al tenis dentro de la cancha de pádel”, comienza Dora y destaca que esa experiencia “nos da un plus para poder jugar al pádel a nuestra edad, además que físicamente estamos bien” para poder hacerlo.
Por su parte, Albina remarca que “en estos momentos de nuestra edad, uno realmente hace las cosas por gusto, porque las siente, entonces venimos con muchas ganas” no sólo a jugar sino a compartir.
“El pádel me apasionó, agrega Albina. Me gusta mucho la parte social, me cuesta menos jugar e incluso me resulta más entretenido”.
En este punto, ambas resaltan que no es sólo la cuestión deportiva sino, fundamentalmente, las relaciones sociales y los vínculos que se forman a través de ella lo que las alienta a concurrir todas las semanas.
“Es un grupo maravilloso a nivel humano” asegura Dora sobre sus compañeras de quienes, dice, “no nos tratan como a personas mayores. Es una bendición que podamos seguir jugando y que, después a todas les duele algo y nosotras estamos sin problemas”.
“Me gusta venir al club y compartir la parte social, el tercer tiempo es sagrado”, afirma Albina. “Incluso, cuando hay torneos venimos a mirar, a tomar mates y a acompañar”.
Esta determinación las llevó a conocer gente no sólo de su ciudad sino también de los alrededores (Mendiolaza, Salsipuedes, Villa Allende e incluso la ciudad de Córdoba) que no hubiese sido posible sin compartir el disfrute por el pádel.
Contención y apoyo
Tanto para Dora como para Albina, el jugar al pádel y compartir esta experiencia representa además un refuerzo a los vínculos y un apoyo en momentos difíciles que les ha tocado vivir.
“El pádel me ha dado un montón. Mientras mi marido estuvo enfermo, nunca dejé el pádel. Ir a la cancha significaba dos horas de desenchufarme, de no tener registro de nada que no sea jugar. Y después, me ayudó mucho para superar el duelo. Casi al único lugar que seguí viniendo es a jugar” recuerda Dora.
Para Dora, en esas circunstancias, ir al club y jugar “fue y sigue siendo algo terapéutico”
Albina, mientras tanto, rescata el acompañamiento constante de sus hijos y –ahora- de sus nietas que también juegan y, orgullosa, destaca “Una satisfacción que tuve el viernes último. Mis nietas gemelas, que tienen 12 años, venían con otras compañeras y faltó una. Y me llamaron por teléfono para ver si quería jugar con ellas. Así que vine y jugué 2 horas con mis nietas y su amiga”, compartiendo con las nuevas generaciones la pasión y el disfrute por este deporte.
Ambas recuerdan, por último, la experiencia de haber jugado un torneo juntas. “Caro (Herrera), nos invitó a jugar. Al principio lo dudamos, pero lo pasamos muy lindo. Llegamos a semifinales y, lo más importante, es que pasamos un día hermoso” cuenta Albina, a lo que Dora suma el apoyo que tuvieron ya que “nos fueron a ver nuestros hijos y nietos”.
Son casi las 18.00 y la charla va llegando a su fin. El turno está por comenzar, las compañeras de juego y todos los que llegan al club las saludan con afecto. Dora alista el termo y el mate en la matera para el tercer tiempo. Albina, también trae lo suyo al igual que el resto de quienes se quedarán a compartir experiencias y charlas más allá del juego.
Antes de despedirnos, Dora sentencia “nos van a tener que parar de alguna otra forma porque, por voluntad, no vamos a parar”.
Discusión sobre este post